Entrevista a Masami Kurumada en el "Saint Seiya Cosmo Special" (1988)

Entrevista realizada a Masami Kurumada, publicada en el mook Saint Seiya Cosmo Special, salido a la venta el 27 de julio de 1988.


Masami Kurumada.

 

Hacia el ayer, el hoy y el mañana.

 

Ayer.

 

Ayer - 1: "Recibí un impacto la primera vez que vi la obra del maestro Motomiya. Me dije '¡esto sí es un manga!'"

 

Masami Kurumada desde su debut hasta hoy sigue siendo uno de los autores punteros del semanario Shônen Jump. Nació el 6 de diciembre de de 1953, en Tokio, pura raza de Edo, donde vivió con su padres siendo el hijo único del matrimonio. Simultáneamente a su nacimiento, Tokio aún estaba en periodo de reconstrucción de los estragos sufridos en la guerra, aunque no fue necesario mucho tiempo para que todo esto quedase atrás y la vida de las personas se hiciera más confortable. En esta época fue donde el maestro Kurumada vivió su infancia. ¿Cómo fue aquella época?

 

Bueno, era una época en donde, a diferencia de la actual, no existía el Famicom, así que pasaba mi tiempo jugando en los parques, las calles... También tomaba prestados muchos libros de las casas de préstamo. En la escuela, bueno, era un chico normal, estudiaba y me portaba bien... Aunque, en fin, también me peleaba alguna vez. Eso que dijo mi editor cuando debuté, de que yo era una lider de banda cuando iba a la escuela, era una gran mentira. (Risas). Simplemente jugé el papel de malo durante un tiempo, eso es todo. Con respecto a los clubes, con 15 años ingresé en el club de judo, aunque sólo lo tomé en serio el primer año de la preparatoria. (Risas).  

 

No hay persona que en su juventud no piense en que es lo que quiere hacer en el futuro, y fue en aquella época cuando Kurumada se encontró con el manga. Al principio fue sólo un niño al que le gustaba el manga, como a los demás, pero después... fue algo diferente.

Me gusta mucho el manga desde que era muy pequeño, siempre he leído muchísimo, sobre todo cuando estaba en la enseñanza primaria, en tercero y cuarto. Me gustaba mucho Tetsuwan Atom e Iga no Kagemaru, especialmente esta última, que fue la obra que me dejó una impresión más profunda. Creo que salía en la Shônen Sunday, la cual era una revista bastante interesante. Después, más o menos en la enseñanza media me aficioné al "gekiga" (estilo de manga con un contenido y estilo más adulto). Este género estaba en pleno boom en las tiendas de mangas. Autores, aún hoy famosos, como Takao Saito y Mitsuyoshi Sonoda llevaban el "gekiga" en sus mangas. Al ver esas ilustraciones, sentí que los dibujos de los mangas que venía leyendo eran demasiado corrientes y los encontraba demasiado infantiles, sin embargo, la ilustración, la composición y la técnica de esos libros me parecieron que reflejaban frescura. Lo más importante fue cuando en la Shônen Jump vi la obra del maestro Hiroshi Motomiya. Recibí un gran impacto, me dije: "¡Este sí es un manga!". Era una época en la que la Shônen Jump aún no salía semanal y la leía por casualidad en los puestos de ramen. (Risas). Pero desde que veía la portada a color y la abría, sentía una atracción irresistible. Creo que si no hubiera visto la obra del maestro Motomiya, es muy posible que no me hubiera convertido en mangaka. 

 

El encontrarse con la obra de un gran maestro, lo llevó a tomar los lápices. Masami Kurumada comenzaba el viaje hacia la gloria del mangaka. Fue en su último año de preparatoria que comenzó a enviar sus trabajos, esperando poder debutar como asistente.

 

Desde que era pequeño, como hace todo el mundo, hacia dibujillos y amagos de manga en las hojas desechables o en sucio, en los márgenes... No comencé a dibujar en hojas para ilustración hasta que me gradué; pero como no sabía, los hacía con tinta azul. (Risas). (En la Shônen Jump, aunque los originales sean en tinta negra, muchas series se publican en tinta de otro color, predominando el azul). La obra del maestro Motomiya me había impresionado mucho, y me dije a mi mismo que lo importante no era tener un dibujo consistente o una trama completamente definida desde A a Z, sino que lo principal era crear una historia interesante para leer. Comparándolo con el béisbol, lo que me hizo querer convertirme en mangaka fue algo así como cuando ves jugar a Nagajima o a Ou y sueñas con formar parte del equipo de los Giants. En otras palabras, yo quería ser como el maestro Motomiya.

 

Cuando estaba en el último año de preparatoria, envié mi primer trabajo para participar en el premio "Young Jump", organizado por la Shônen Jump, el antecesor del "Hop Step". Mientras dibujaba esa historia, sólo tenía una cosa en la mente: "no hay nadie que dibuje mejor que yo". Sin embargo, no me dieron ni una mención honorifica. (Risas). Hasta me fui a la propia editorial a preguntar por qué no me habían elegido. Incluso corrieron rumores de que entré a la fuerza. (Risas). Fue entonces cuando en la redacción me dijeron que el número de asistentes de Samurai Giants se estaba quedando insuficiente, así que me pidieron que colaborase, y de este modo empecé a trabajar por primera vez como asistente de un mangaka profesional. Debuté en noviembre, a pesar de que aún tenía que terminar la preparatoria (marzo del año siguiente).

 

Ayer - 2: "Como en aquella época las historias sobre jefes de bandas eran muchas, decidí que una mujer fuese la protagonista de Sukeban Arashi". 

 

-"El impacto que me produjo la obra de Hiroshi Motomiya me hizo querer volverme mangaka".-

 

Del mundo amateur al mundo profesional. Pasó su juventud transitando un camino con obstáculos y aprendiendo muchas cosas. El trabajo de asistente le ocupaba mucho tiempo, pero mantuvo sus ojos en el objetivo final y gradualmente se fue acercando al día de su debut.

 

En aquel entonces absolutamente todo era nuevo para mí, de veras que hasta que no me hice asistente no sabía ni siquiera como utilizar los screentones. (Risas). También aprendí a hacer los trazos con pluma sobre los bocetos, y me quedé impresionado por la riqueza que eso le aportaba al resultado final. También cometí muchos errores. En un manga sobre béisbol en el que trabajaba, el público tenía que gritar "UOOOON", pero a mí me pareció que quedaría mejor "UOOOO", así que lo cambié por mi cuenta. (Risas). El maestro se sorprendió mucho y no se enfadó, pero me remarcó que "el texto estaba escrito de manera correcta en la pagina". (Risas).

 

Mientras realizaba mis labores de asistente, iba enviando mis obras al departamento editorial. Como necesitaba ir allí bien temprano todas las mañanas, tuve que alquilar un departamento pegado al río Shakujii, y comencé a vivir solo. Mis padres decían que no me iría bien viviendo solo y que no tardaría mucho en regresar a casa. (Risas). Y la verdad es que con lo que ganaba como asistente no me alcanzaba ni para pagar el alquiler, así que tuve que buscarme un trabajo a tiempo parcial.

 

Finalmente, a los 20 años, pude debutar con la presentación de Sukeban Arashi, dos años y medio después de haber comenzado como asistente. El trabajo que durante mis años de asistente había dibujado empleando muchas noches en vela y que constantemente había enviado a la editorial, veía la luz.

 

Un nuevo mangaka de gran entusiasmo había nacido dentro del mundo del manga shônen. Al comenzar a publicar Sukeban Arashi, esta poderosa obra hizo que el autor destacara nítidamente en la cabeza de los lectores. Este trabajo fue su primera victoria, y aún le es difícil olvidarlo.

 

La verdad es que en un principio Sukeban Arashi iba a ser protagonizada por un chico. Igual que las obras que había estado enviando hasta entonces, en las cuales los líderes de bandas juveniles eran hombres. Eso me parecía natural si quería hacer una obra parecida a Otoko Ippiki Gaki Daisho del maestro Motomiya. Pero como los mangas de bandas juveniles eran muchos, me vi obligado a cambiarle el sexo al protagonista. (Risas). Aún no era la gran cosa, pero yo quería debutar en la Shônen Jump lo antes posible. Por lo tanto me aseguré de copiar los puntos fuertes del manga del maestro Motomiya, agregándole un poco de belleza para complacer a las mujeres, pensando que esa nueva ambientación sería un valor que reforzaría este manga. Yo quería que tanto varones como mujeres se entusiasmaran por igual con esta obra. Cuando comencé a recibir muchas cartas de los fans, me di cuenta de que todo marchaba como esperaba. El manga se había vuelto popular, y los lectores la alzaron a los primeros puestos de los rankings con sus votaciones. Después, debido a la crisis del petróleo, se hizo muy difícil y caro poder hacerse con papel, por lo que el número de páginas de la revista tuvo que reducirse notablemente. Los capítulos comenzaron a acortarse, teniendo finalmente que dar por terminada la obra. Me sentí muy mal, nunca olvidaré ese sentimiento de frustración.

 

Ayer - 3: Ring ni Kakero, un manga que se concentró en transmitir pasión a los lectores, y Otoko Zaka, la versión de Kurumada de Otoko Ippiki Gaki Daishô.

 

-"'Un manga que no puede encender la pasión en sus lectores, no es un manga'. Con este pensamiento fue que dibujé Ring ni Kakero".-

 

La obra con la que debutó había quedado atrás, y el estilo épico y dinámico había logrado gran interés. La obra con la cual terminó por explotar, su primer éxito, fue Ring ni Kakero. Una época dorada en la cual Kurumada fue sinónimo de manga exitoso, comenzaba. 

 

Mi frustración por la cancelación de Sukeban Arashi se convirtió en un resorte que posiblemente me llevó a mi siguiente obra: Ring ni Kakero. Cuando comencé a dibujarla no tenía la menor idea sobre boxeo. Mi único objetivo era el de encender la pasión en los lectores. Es decir, encontrar la manera de activar su entusiasmo con un manga nekketsu. Y para lograra eso, fue necesario llevar las batallas más allá del boxeo normal y hacer que fuesen como en Ultra Kyôdai. (Risas). Pero pensé que se veía bien así. Realmente si miras mis mangas, verás que siempre he tenido la misma dinámica. (Risas). Combates entre boxeadores, ninjas, héroes sacados de la Mitología Griega... Pero en definitiva todo gira en torno a lo mismo. En realidad, lo que más trabajo me daba en Ring ni Kakero, y aún lo sigue haciendo hoy, eran los storyboards ("nemu") y los diálogos.

 

El storyboard es lo que realmente le da vida a un manga. Este año la Shônen Jump cumple su 20º aniversario, y fueron solamente unas 40 o 50 obras las que superaron los 50 capítulos. La supervivencia es muy difícil. Siempre me rehúso a contentarme con los storyboards que a simple vista parecen apropiados. Constantemente me digo a mí mismo que si no me esfuerzo con los storyboards, los lectores me castigarán en las votaciones semanales. Es por eso que pienso en ello hasta último momento, tratando de encontrar uno mejor del que había pensado. Y así fue como también procedí en Ring ni Kakero. Pienso que es debido a que siempre trabajé de esa manera, que he podido llegar hasta donde estoy.  

 

Después de Ring ni Kakero el torbellino Kurumada continuaba soplando. Nuevas obras llenas de pasión como Fûma no Kojirô y Otoko Zaka se sucedieron, enviando un aire de masculinidad a los lectores. Pero aún quedaba una obra entre las sombras, en la cual el maestro puso toda su alma.

En el mundo del manga existe el mal presagio de la segunda obra. Se dice que la obra que sigue a un gran éxito será un fracaso, y ciertamente cuanto más éxito y popularidad haya alcanzado tu obra anterior, mucha más presión tendrás para desarrollar la siguiente, ya que hay expectativas que cumplir y mucha gente pendiente. Aquí es donde podríamos decir que se demuestra si el talento del autor es auténtico. De cualquier manera, estaba muy entusiasmado con la idea de superar el éxito de Ring ni Kakero con mi siguiente obra. Cuando llegó a su final, tenía tres posibles obras en mente: la primera era Fûma no Kojirô, otra era Otoko Zaka y, por último, una sobre sumo. Aunque ésta última nunca pensé que funcionaría. Incluso el día de hoy no tengo intención de dibujarla. (Risas). Finalmente me decidí por Fûma no Kojirô, con la intención de dejar vivos los puntos más interesantes de Ring ni Kakero. En un principio, la temática de Ring ni Kakero era simplemente el boxeo, pero acabó derivando en auténticas súper-batallas. Allí se luchaba con guantes sobre un ring, y en "Fûma", digamos que con uniforme escolar. En realidad no cambiaban tanto las cosas. (Risas). 

 

Fûma no Kojirô evolucionó inevitablemente en Otoko Zaka, y es que, realmente, por dibujar una obra como esa fue que me hice mangaka. Desde que era un niño, desde que debuté, esta era la obra que siempre había querido dibujar. Por eso, cuando empecé con ella, me invadía un gran sentimiento de satisfacción. Sin embargo, el resultado no fue el que esperaba. (Risas) Esta historia tuvo una vida muy corta, quizás porque quería dibujar algo como Otoko Ippiki Gaki Daisho del maestro Motomiya. Quizás me obsesioné demasiado en superarlo y fue todo lo contrario, no salió nada bien.

 

Hoy.

 

El presente: "Seiya es el apasionado, Shiryû es el serio, Hyôga el cool... Diferentes personalidades escogidas para los protagonistas de Saint Seiya".

 

Y ahora, una obra mucho más apasionante. La tenacidad del maestro, finalmente dio nacimiento a un manga de acción sin igual. Después de Otoko Zaka llegó Saint Seiya, una obra cuyo interés llegó a un nuevo nivel, volviéndose rápidamente popular. 

 

La idea de basar la historia en la mitología griega, se me ocurrió sobre la marcha. La idea inicial de Saint Seiya es que fuese algo mucho más simple. Pensaba hacer algo sobre un chico que practicara karate, al igual que en la película Best Kid ("Karate Kid"). Sería algo sobre karate, ¿pero no sería genial si le agregaba puñetazos con chispas y rayos? (Risas). Entonces, si ellos iban a tener esos súper-poderes, sus cuerpos no iban a resistir sin armaduras, y por eso pensé en los Cloths. 

 

Al inicio, pensé en las montañas de Japón como escenario. En ese lugar, la entrenadora y el capitán del club de karate estaban entrenando y encontraban a Seiya desmayado. (Risas). Luego me reuní con alguien del departamento editorial, pero él no estaba convencido con ese enfoque. Pensé que sería bueno que el lugar de entrenamiento de los Santos fuese Japón, pero había como una sensación de que estaba fuera de lugar. Por esa razón pensé que sería más apropiado elegir Grecia. Sin embargo, existía como un mal augurio en esta industria ya que los escenarios ubicados en países extranjeros no eran bien recibidos, así que no me gustaba mucho esa idea. (Risas). El nombre no iba a ser Saint Seiya. Estuve pensando muchos, como por ejemplo Jinga no Rin; pero me parecía que no era lo suficientemente bueno. Luego pensé en Seisenshi ("Guerrero Sagrado"), pero me parecía un poco común y corriente. Por lo tanto, se me terminó ocurriendo Seitôshi ("Luchador Sagrado"). Éste coincida con el sonido de "Saint" al leerlo en japonés, y me decidí a elegirlo. Además, al principio "Seiya" no se escribía "星矢" ("flecha estelar"), sino "聖矢" ("flecha sagrada"). Pero pensé que era un nombre demasiado puro para un protagonista, así que cambié el primer kanji. (Risas).  

 

Saint Seiya no es sólo la suma de toda la épica de Kurumada, sino que también es una obra llena de ideas innovadoras, como los Cloths. De repente, el número de lectores comenzó a incrementarse gracias a los cambios propuestos por este manga, superando a los trabajos previos del maestro. De esta manera, Masami Kurumada se convirtió en un autor exitoso.

Cuando ya tenía decididos a los protagonistas, sus caracteres salieron por naturaleza. Seiya es del tipo "nekketsu" ("apasionado"); Shiryû es el personaje serio; Hyôga es del tipo "cool"; el rol de "niño adorable" lo desempaña Shun; y por último, Ikki es el lobo solitario. Creo que los nombres que les puse son muy apropiados. (Risas). Bueno, con Jab tenía la duda de si hacerlo participar más en la historia, pero al final era alguien con el mismo carácter de Seiya.  

 

Luego pensé que el protagonista debería vestir una armadura, y al principio las imaginé como "kasayas". (Risas). Pensé en varias ideas, pero cambiaron considerablemente cuando añadí a Grecia como escenario. Eventualmente, debido a que en la era mitológica vestían "ropajes sagrados", llamarlos "Cloth" fue la mejor opción. Esta fue otra ocasión en la que me tuve que torturar para encontrar el nombre. Bien, el siguiente paso fue definir como serían los Cloths, pero estaba teniendo dificultades porque no sabía si debía basarme en la ciencia ficción o en cosas que veía en el anime. Entonces, la persona a cargo del departamento editorial me dijo que sería genial si al unirse tomara la forma de un caballo. (Risas). Para ser honesto, yo tenía dudas al respecto y me preguntaba si sería posible hacerlo. (Risas). Así que al principio, no tenía decidido que Seiya poseyera el Cloth de Pegasus o que iba a hacer una vez la obtuviera. Otra de las ideas que no utilicé era que el protagonista iba a ser hijo del maestro de un dojo de un barrio céntrico de Tokio y él, al regresar a casa, encontraba a su padre siendo asesinado por alguien. Pero me pareció un escenario muy común. Por lo tanto, las características quedaron decididas una vez que utilicé como fuente de ideas a las constelaciones, y entonces se me ocurrieron cosas como las cadenas de Andromeda, las armas y los Cloths. Pienso que no tuve que esforzarme mucho después de eso. 

 

-"Saint, Cloth, Seiya... en Saint Seiya los nombres son muy importantes".-

 

Mañana.

 

El futuro: "Me gustaría que la gente lea mis obras, en las que he puesto toda mi alma y energía, y las encuentre interesantes". 

 

Los mangas actuales tienen profundas conexiones con los mangas del pasado, y un gran futuro aún parece estar por delante de las obras de Masami Kurumada. Los lectores creen que podrá crear un nuevo manga que superará en interés a Saint Seiya, la cual es actualmente su obra maestra. Eso es el entretenimiento. El maestro Kurumada es una persona que no sabe como aburrir a los lectores. Son mangas dignos de su nombre.

 

El desarrollo de Saint Seiya, como ya he dicho, se basa en los mitos griegos y así seguirá siendo en lo sucesivo, tengo intención de profundizar aún más en ese mundo. Aún hay muchos mitos que pueden entrelazarse en la historia, pienso que se trata de una serie única. Aunque también hay que tener en cuenta que por más que Saint Seiya disfrute de gran popularidad, en la Shônen Jump la competencia es muy dura, ya que cada vez más mangakas jóvenes aparecen. La clave para ganar los primeros puestos del ranking está en la fuerza de la obra, por lo que dibujar mangas largos, darle nombres elaborados a los personajes o crear buenas historias parece de importancia menor en esta revista. (Risas). En la Shônen Jump, si una de tus obras no tuvo éxito, el desafío de volver a resurgir es muy difícil. Si apareciera algún nuevo autor que me supere, estaría muy molesto. (Risas). En ese punto, tal vez pensaría en retirarme. 

 

Lo que yo pienso es que si te pones a dibujar un manga, la empresa será en vano si no logras sumergirte en el universo creado. La gente joven tiene la chance de lograrlo fácilmente porque son jóvenes. (Risas). Ellos prefieren basarse en la fantasía, en vez de en la realidad de la vida diaria, por lo que les es más fácil sumergirse en el universo de sus mangas. Después de todo, el manga es un mundo de fantasías. (Risas). Por el contrario, cuando la vida real comienza a sonreírnos, y uno comienza a apreciar la vida de adulto, sumergirse en el manga se vuelve más difícil. Después de todo, la vida real es más importante que la vida imaginaria. En mi caso, Ring ni Kakero fue un manga creado con la pasión de la juventud, mientras que Saint Seiya fue construido con el dominio de la técnica. En Ring ni Kakero dejé que mis emociones me llevaran a dibujarlo con un sentimiento de "¡te asesinaré si te me acercas!". Saint Seiya, probablemente, se hubiera vuelto una obra totalmente diferente si lo hubiera encarado con la misma voracidad. 

 

Pero, por más que introduzca mi voluntad en mis obras, yo no trato de dejar mensajes personales en ellas. Lo único que me interesa es que sea interesante para los lectores. Para decirlo de manera exagerada, para mí es suficiente si el lector se divierte al leerlo en el tren, y luego tira a la basura la revista una vez llega a la estación. El manga es, después de todo, diversión. Pienso que si la Shônen Jump creció tanto desde su creación, fue porque comprendió muy bien eso. Ese también es mi principio, y pienso que en mis futuros mangas nunca lo voy a cambiar. 

 

Los sueños dibujados por el maestro Kurumada no tienen fin. Y él es capaz de darle vida a esos sueños. Su lápiz es guiado con esplendor por su confianza en el manga. Fue realidad ayer, también lo es hoy y permanecerá en el mañana. Podemos confiar que mientras exista el manga en este mundo, las aventuras de Kurumada permanecerán inmortales. 

 

Cuando uno es niño, es posible tener grandes sueños. Pero uno ya no ve esos sueños cuando se vuelve adulto. Los niños son como las nubes que flotan tranquilamente en el cielo azul y que pueden cambiar fácilmente. Son esos sueños los que yo dibujo. 

 

Las obras de Kurumada son sobre grandes sueños, y eso es algo que las personas que leen sus mangas saben mejor que nadie.

 

 

Traducción: Shady